lunes, 20 de abril de 2020

Germen

Germen

© 2020 Pablo Félix Jiménez

Dios habita en lo pequeño,
el microscopio parece invertido.
El alma en su pequeña escala
se encoge de frío, pequeña.

Ha temblado la pequeña esperanza,
ha caminado de aquí para allá,
ha confiado en nada y anda,
mendigando en lo pequeño.

Pienso en mis pequeños afectos.
Me encojo en un punto vibrante,
me encojo como el rocío,
y son rocío todos mis afectos.

Al pequeño mundo lo habitamos,
todas las pequeñas almas.
Imagina en pequeña escala,
ápice de soledad callada.

Ante el bacilo, tan inmenso.
Como olas que la luna eleva,
como monstruos de cordilleras.
El espíritu tiembla callado.

Ante lo desconocido.
Colosal engendro de la noche,
la vista no lo abarca,
más el instinto lo presiente.

Sabe que allá arriba,
pende algo grávido que aplasta.
Algo que pendiendo de un hilo,
puede moler las arenas de almas.

Más, en esta hora decisiva.
Donde se libran todas las batallas,
donde se libran todas las angustias,
con la pequeña esperanza como arma.

¿Dónde pondremos el acento?
¿Dónde pondremos la balanza?
¿Dónde pondremos lo superfluo?
¿Con la misma aliada esperanza?

Tú que amas lo pequeño;
y tú que también eres una pequeña,
frágil, insignificante, ininteligible súplica,
en este punto de la escala.

Yo te íntimo a rebelarte,
a encogerte y hacerte invisible.
Yo te íntimo, rocío errante,
a levantarte y multiplicarte.

Porque Dios ama lo pequeño,
ha invertido al microscopio.
Los astronómicos bacilos y sus monstruos,
nos buscarán sin encontrarnos.

Quedarán como boquiabiertos,
asombrados ante la redundancia.
Del germen, del rocío, y la esperanza...
Cuando bajó la lente se redima lo pequeño.

Foto de Kaniz Sheikh en Pexels 


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